10 julio 2015

¡Peligro de banalización!!!


Foto: Producción propia. Bogotá, Colombia, 2013.
 Puede preocuparme mucho, poco o nada. Pero vengo observando desde hace tiempo una tendencia a la banalización de determinados conceptos y procesos del Construccionismo Social y también de las Prácticas Colaborativas y Dialógicas. Para evitar malentendidos diré que, según el Diccionario de la Lengua española "banal" es algo "trivial, común, insustancial". Digo que me puede preocupar incluso nada porque hasta lo más insustancial puede ser objeto de interés.

Estas reflexiones que propongo no parecen tener ningún valor para algunas personas que se apropian con facilidad y acríticamente de esos conceptos, aún no sabiendo ni de lejos lo que están diciendo.

Ahora es muy común escuchar o leer algo así como "todo es una construcción social". ¿Sabe quien lo dice qué intenciones, qué sesgos, hay tras esas palabras? ¿Qué significados? ¿Qué consecuencias? ¿Sabe la barbaridad que está diciendo? Sí, es una barbaridad. Que todo sea una construcción social nos deja a los humanos abandonados al relativismo más absoluto; casi casi al nihilismo. Esto no quiere decir que todo vale.

Me explico.

Quienes nos movemos en las turbulentas aguas (con un homenaje a Simon & Garfunkel) del CS nos vemos abocados a estar constantemente cuestionando todas las creencias, todas las realidades. Incluyendo, por supuesto, las propias. Esto es tremendamente complejo y complicado. No hay nada, ninguna referencia, a lo que anclarnos. Esto, digo, exige un esfuerzo de autocrítica que en muchas ocasiones llega a dejarnos exhaustos. Pero es esto, precisamente, lo que nos aleja de los peligros de la banalización.

Y algo similar ocurre, lógicamente, con las Prácticas Colaborativas y Dialógicas. Creo que hemos de tener mucho cuidado con la mantralización. Es decir, con convertir en mantras sin sentido -o, en todo caso, con un vacuo efecto hipnótico- lo que podríamos llamar los "principios orientadores" (Kenneth Gergen dixit sobre el CS) de estas prácticas. La curiosidad, el no saber/no conocer, la incertidumbre,... asuntos de consecuencias enormes en la práctica terapéutica, psicosocial, educativa,... pueden perder su sentido -significado, intenciones, consecuencias- si no los revisamos constantemente, si no estamos siempre -y digo siempre- poniéndolos en cuestión, bajo el riesgo, como digo, de banalizarlos y que se conviertan en nuevas verdades absolutas que, como todas las verdades absolutas, son insustanciales.

Quizás alguien se sorprenda al leerme sobre la "sustancia" de las cosas, los conceptos o los procesos propios del CS y las PCD. En mi opinión, nada tiene "esencia". Pero todo tiene "sustancia" -sentido, intención, acción-, que es diferente. Esa sustancia la construimos dialógicamente y es situada y emergente. No hay nada que nos pueda garantizar su continuidad; aunque sí que tiene una historia.

Se hace preciso estar atentos a la banalización del CS. Por supuesto que esto no nos convierte en una especie de "policías" de la pureza de todas estas ideas y prácticas. Ni muchísimo menos. Pero nos permite reinventarlas cada día. Con humildad, con honestidad y con el diálogo constante con personas que estén en la misma línea. Y en líneas divergentes, por supuesto.

Se hace preciso, también, fundamentar, so pena de caer en el "buenondismo" y "humanismo japiflouer" imperante...

¡Saludos!!!

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Calambur citado en Toulmin, Stephen (1990), Cosmópolis. Els transfondo de la modernidad. Barcelona: Península. Pág. 207.

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