Foto: Sara Olivé |
(Esta es una reseña con nuestras propias palabras; no es una transcripción literal).
El pasado día 18 tuvimos
la fortuna de participar en una conferencia-diálogo que Kenneth Gergen facilita en el Departamento de Psicología de la Universidad de Barcelona. Permítasenos
reproducir algunas de las ideas que aparecen durante el evento.
El psicólogo social
norteamericano inicia su charla invitándonos a reflexionar sobre la “realidad” de
la sala en que estamos. Existen varias formas de hablar sobre el espacio
(recinto, aula, sala) en que nos encontramos ahora. En este caso, como estamos
en un aula de la universidad, si les preguntamos a los técnicos de ventilación
de la sala quizá dirán que les resulta difícil acceder a los aparatos y
refrigerarla porque el techo es muy alto. Si se lo preguntamos a los
responsables de la seguridad, quizás dirán que esta alfombra es
inflamable y que esta sala no es muy segura. Si se lo preguntamos a los
profesores pueden decir que tiene buena acústica y su distribución es
interesante para dar clases allí. O bien, los alumnos pueden decir que las
sillas son cómodas para relajarse pero no tanto para tomar apuntes. Y así. Entonces
hay distintas formas de hablar, diferentes discursos sobre los espacios y estas
formas dan significado a los mismos.
Si pudiéramos apartarnos
y salir fuera de las formas de hablar ¿qué sucedería? ¿Cómo podemos hablar
sobre esta sala sin usar el lenguaje? ¿Cómo podríamos hablar sobre algo sin
establecer ningún tipo de relación con ese algo? Sencillamente no podemos,
puesto que necesitamos usar las palabras – sean cuales sean- para hablar y
relacionarnos con algo.
Establecemos una
relación, y es al relacionarnos cuando podemos hablar sobre algo (en este caso,
la sala). Entonces estamos creando significados a partir de esta relación con el
algo.
Vamos a hablar brevemente sobre
el diálogo y la comunicación. Cuando estoy hablando, por ejemplo, con un
consultante, puedo preguntarme qué es lo que pasa por su cabeza; qué está
pasando dentro de su cabeza. Si lo deseo puedo preguntárselo e indagar sobre lo
que me dice que es lo que hay en su cabeza que anda mal. Esto entra en mi
cabeza y lo interpreto. Esta es la idea que podemos tener sobre la comunicación
en una sesión de terapia; pero también en general. Dos cabezas que se hablan.
Pero si nos situamos
desde el plano de la relación, retomando lo anterior, puedo verlo como una
forma de relacionarme con mi consultante y con el problema que me plantea.
Cuando yo, como ahora,
estoy hablando desde donde estoy hablando, no sé previamente cuál va a ser el
significado de mis palabras puesto que las personas que escuchan (leen, etc...)
pueden estar diciendo “esto ya me lo sé”, otras piensan en otras cosas y
escuchan mis palabras como una especie de sonido relajante de fondo, otras empiezan
a buscar los puntos débiles de lo que digo y preparan sus argumentaciones para
hacer una dura crítica. Cuando se expresen, cada una de estas formas de hablar
me indicarán cuales son los distintos significados que tienen mis palabras,
pero antes no lo puedo saber. Por ello, no están en mi cabeza, ni en la de las
personas que me estáis escuchando. Nos relacionamos y es al hacerlo cuando co-creamos
significados que son compartidos, pero también que están en constante
trasformación.
Ahora bien, podemos
pensar ¿Qué implicaciones puede tener esto en la forma de tratar a los
consultantes o mediar en los conflictos;
o en la propia vida cotidiana?
Dejadme hablar
brevemente sobre el concepto del yo y la individualidad. Vivimos en un mundo de
tradiciones y significados. Nosotros en particular en un mundo de tradición
individualista. Esto tiene unas implicaciones sobre cómo nos estamos
relacionando con los demás, con nosotros mismos y con el mundo; implicaciones
que no son neutrales. Es en estos contextos y tradiciones donde co-creamos
realidades compartidas y formas de hablar sobre el “yo”. Desde esta tradición
individualista ¿cómo podemos comunicarnos de una forma que sea generativa? Por
ejemplo, cuando dialogamos acerca de una idea que has tenido, puedo decirte,
“esto es interesante” y empezar a generar más ideas al respecto. En un contexto
conversacional no generativo, por ejemplo, no sería factible una conversación
generativa; esto es evidente. Por ejemplo, en una relación cotidiana de pareja,
cuando una persona llega a casa y le dice a la otra “esto no lo has hecho
bien, no me gusta tal cosa, etc…”. Seguramente que la otra persona no está siendo
invitada a decir “si, lo entiendo cuánta razón tienes” y no se van a utilizar
recursos compartidos que conduzcan hacia una conversación generativa.
Cuando no hay recursos
generativos puede que se usen recursos violentos o destructivos, como el
maltrato en todas sus formas.
El lenguaje tiene dos
características: una semántica y otra pragmática. Puedo cambiar el contenido
semántico de relación (las palabras) y con ello también el pragmático, la forma
en que me relaciono con el otro y qué hago con ello. Por ejemplo, si me
encuentro con un amigo y establecemos una conversación banal sobre el tiempo,
sobre la familia o los niños. Puede parecer que estas conversaciones no sirven
para gran cosa. Sin embargo con el tiempo me he dado cuenta que sí que sirven y
son necesarias en el sentido que con ellas damos coherencia o sentido de
continuidad a nuestra vidas, o a nuestra moralidad compartida. Sirven para
algo, hacen cosas.
Cuando hablamos del
aspecto pragmático del lenguaje también nos referimos a los gestos del cuerpo,
las expresiones físicas, y también incluso a la forma de vestir (colores, ropa,
peinado, maquillajes, pendientes, accesorios ….etc..) que también “nos dicen”
cosas, con las que co-creamos acciones coordinadas y diversas al
relacionarnos con los demás y con nosotros mismos.
El evento fue una muy agradable ocasión de volver a encontrarnos con Ken y con muchas/os amigas y amigos, a algunos de quienes hacía tiempo que no veíamos.
En resumen: un placer. ¡Saludos!!!
Sara Olivé & Josep Seguí
Muchas gracias por compartirlo !!!!!!
ResponderEliminar¡Muchas gracias a ti, Ángeles!!!
ResponderEliminar¡Saludos!!!
Sí, gracias por compartirlo. Afortunados ustedes que participaron en esa conferencia-dialogo y afortunados los que a la distancia construimos significados a partir de sus comentarios!
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