Hace ya unos años, en febrero del
2007 más o menos concretamente, algunas/os participantes en el foro sobre Construccionismo
social de la Universidad Abierta de Catalunya (UOC; origen de este blog) nos fuimos un fin de semana al Monasterio
de Montserrat, Catalunya, para reflexionar juntas/os sobre eso de la
espiritualidad.
La oportunidad de visitar y vivir
con calma uno de los más potentes centros de la espiritualidad occidental acompañados
y guiados por un gran amigo, estudiante de psicología y monje benedictino fue
algo que no siempre está al alcance de la mano. Hablamos de lo humano y lo
divino, claro. Repasamos las culturas desde la egipcia a la actual.
Ante el tremendo despliegue de lo
espiritual en la cotidianeidad de ahora me vienen algunas ideas a mi “diálogo
interno”. Y las hago públicas en este espacio, con permiso.
Quien esto escribe no es una
persona espiritual. Al menos no lo es en un sentido dominante. Pero siente un
gran respeto hacia las creencias, experiencias, sensaciones e inquietudes de
sus congéneres. El tremendísimo filósofo de las religiones Mircea Eliade decía
algo así como que la fe es el más alto grado de libertad a que puede aspirar un
ser humano. Sé que la espiritualidad no es sólo asunto de fe; pero esta idea de
creer en lo que no se ve, se toca, se huele, y tal me parece muy atractiva.
Idea que desde un punto de vista materialista dialéctico no tendría demasiada
consistencia. Lo sé. O lo creo, mejor dicho.
Al final, de una manera u otra,
todo es cuestión de fe. Creemos lo que otras/os dicen. Y creemos lo que
sentimos, experimentamos, pensamos y decimos. Eso.
Algunos locos filósofos de la
Grecia clásica empezaron a desmontar eso de la fe (Mythos entonces) y se
inventaron la ciencia (Logos en su momento). Luego, como es sabido, vino la
oscura Edad Media y todo se vino abajo hasta la Ilustración, más o menos sobre
el siglo XVIII aquí en esta Europa a punto de reventar ahora. Más o menos, como
digo, fue un señor llamado René Descartes quien volvió a decir que una cosa es
el espíritu y otra el cuerpo. O sea, lo simbólico y lo físico (no entro ahora
en esta discusión, que llevaría horas y horas). En esas continuamos, a pesar de los “holismos”
y cosas por el estilo.
En otras culturas parece que no
se planteó ese dualismo. ¿Eso es bueno o malo? No lo sé; no me muevo en esos términos. Lo que sí parece es
que en otras culturas han pervivido unas especies de teosofías según las cuales
todo ser humano está sujeto a unas verdades absolutas –interiores y espirituales- que
dominan su vida, su existencia. No me gusta.
Pero el asunto es que considero
la espiritualidad como un gran valor cultural de las personas. Siempre que
no sea impuesto, auto o exo. Me parece muy interesante que las personas
defiendan y vivan una serie de valores basados en la espiritualidad y en la sensación
de un “yo interior” ajeno al devenir material de la existencia. Aunque no lo
comparta, aprecio y respeto muchísimo que muchas de las personas que me rodean –o
sea, que soy- crean en y experimenten la espiritualidad.
Lo que no comparto, ni aprecio,
ni respeto es la mercantilización de lo espiritual.
Traficar con la espiritualidad,
con lo más íntimo –aunque no necesariamente privado- de la persona es una de
las cosas más canallas que se puede hacer. Gurús y gurusas, predicadores y predicadoras,
ostentosas/os portavoces de la verdad y la salvación interior haciendo dólares
y euros de sus mentiras.
La mercantilización de lo
espiritual…
Como siempre admirable, soy creyente, es una relación muy íntima, muy especial que no puedo definirla, no con alquien a quien temo, que me puede castigar o ayudar, solo tengo fe, Gracias Josep, admiro la dignidad y tu aprecio por los que sentimos distinto, eso aumenta aún mas el enorme concepto que tengo sobre ti. Roberto Irovis
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, Roberto Irovis. El concepto es mutuo...
ResponderEliminar;)
Gracias nuevamente, no soy creyente, aunque paradógicamente en momentos muy dificiles he recurrido o he pedido , hasta suplicado a " alguien" no terrenal, ayuda. No me sentí en terreno familiar ni que pudiera esperar algo de esa supuesta fé de la desesperación. Admiro a quienes la tienen, creo humildemente, pueden encontrar un alivio, perdón, ayuda, o lo que sea, cuando lo necesitan. Mercantilización de lo espiritual.........a veces las profundas creencias no permiten ver. Gracias Josep, siempre es un placer leerlo......Patricia Guevara.
ResponderEliminarGracias a ti, Patricia. Muy interesantes tus aportes...
EliminarEs un agrado encontrar vuestro blog. Si hay algo por lo que lucho, desde mi vocación, oficio y profesión de psicólogo, es hacer justicia por los significados personales y la posibilidad de re-escribir la vida. Justicia desde aspectos biopsicosociales. Cada persona como experto en sí mismo tiene el absoluto derecho de definirse. Saludos desde Chile. Abrazos
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Ignacio, por tus comentarios!!! :)
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