El pasado jueves 3
de abril tuve la maravillosa ocasión de poder asistir, eso sí, de manera
on-line desde las Islas Canarias y con
un grupo de compañeros y compañeras en una sala en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna, a un
seminario impartido por nuestro archiconocido Kenneth Gergen, cuyo título fue
el siguiente: Liderando Relacionalmente. Al margen de
los fallos técnicos y tecnológicos que hubo ajenos a la orgaización, el que la Fundación Interfas nos haya
brindado la oportunidad de poder compartir un ratito con este hombre, ha sido
sublime. El contenido que resultó de su disertación fue, en parte, muy
interesante. No obstante, quisiera aclarar que este escrito no pretende ser un
resumen del mismo, sino una manera de expresar, compartir y expandir, aquellos
temas que me invitaron a reflexionar.
Quiero empezar,
pues, por donde se suele empezar normalmente: por el título. Liderando
Relacionalmente es, desde mi punto de vista, un oxímoron. Es decir, un
recurso literario que presenta términos aparentemente contradictorios que, al
unirlos, generan reflexión al respecto y potencian la emergencia de nuevos
significados. Me pregunto si Gergen, en este caso, lo ha hecho a propósito...
En esas idas y
venidas de temas en el discurso de Ken, encontré también otras aportaciones que
quisiera resaltar. Comenta que para mantener o generar liderazgo de este tipo,
es preciso “cambiar las prácticas dialógicas” aunque sin adoptar la
intención de querer llegar a cuál sería la mejor. Invita, por tanto, a deshacer
los dualismos y antagonismos imperantes en los discursos para que, de este
modo, fluya la “multiplicidad”. Para ello, sería interesante que las
conversaciones se den en “lugares relacionales”, lo que hace que me
pregunte: ¿qué pasaría si, por ejemplo, en las aulas de nuestros sistemas
educativos el contexto invitara a potenciar las relaciones?
No quiero olvidar
algo que habló y que me invitó a reflexionar de camino a mi casa en el coche:
la ética relacional. Si olvidamos el despiste que
comete Gergen al dualizar entre ética de primer nivel y de segundo nivel – se
lo perdonamos –, creo que resulta curioso comentar precisamente esa ética de
orden segundo que pone la mirada y el énfasis en las relaciones en las
organizaciones – y en otros contextos –. Resulta tremendamente liberador, al
menos por mi parte, el trabajar poniendo todo lo que esté en mi mano para generar un contexto donde las relaciones, el diálogo y las conversaciones primen por encima de otras posibilidades. Pero, ¿qué más podría aportarnos basar nuestra ética
profesional en las relaciones que tenemos, en nuestros contextos de trabajo o personales, en lugar de en los resultados qué
esperamos? ¿Qué cambiaría en las organizaciones, en la terapia, en la
escuela...?
Por último, no
quiero dejar en el tintero algunas frases que me parecieron inspiradoras:
entender la “organización como una coordinación de procesos”, “la
organización surge en las relaciones”, “la creatividad es un intento de
coordinar dos sistemas de significados”, “los límites de una
organización no están en lo material – las infraestructuras –. Los
límites son porosos, están en constante coordinación – con el entorno –”.
Acaba aquí mi
primera aportación para este magnífico blog. Espero seguir participando.
Un saludo.
Pedro de León.
Cambiaria todo. Orientados al resultado nos olvidamos de lo que vivimos. Vivimos para nada. Atrapados en la velocidad, si te paras es absurdo.
ResponderEliminarMe perdí con eso de ética de primer y segundo nivel. ¿De qué va?
ResponderEliminarEl comentario anterior es mío: César Vásquez Olcese.
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