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Pues sí, ante la avalancha de extrañas ideas sobre las emociones, las sensaciones, los afectos y otros sucesos humanos (quizá también de otros animales), parece que puede ir bien revisar a nuestros clásicos contemporáneos. Aunque Lev Vygotsky nos pueda parecer un poco lejano en el tiempo y en la geografía, no lo es tanto. No en vano trabajó la psicología desde una metodología marxista. Y el marxismo, a pesar de todos los agravios contemporáneos, es ciertamente nuestro.
Digo extrañas ideas en avalancha porque suelen venir de imaginarios culturales que no tienen nada que ver con los cotidianos. Y desde disciplinas que nada (o, bueno va, muy poco) tienen que ver con la psicología, como la espiritualidad, el budismo, el coaching, y así.
Copio de Pensamiento y lenguaje*:
"Las formas superiores, específicamente humanas, de comunicación psicológica son posibles porque el hombre refleja la realidad a través de conceptos generalizados. En la esfera de las emociones, donde reinan la sensación y el afecto, no es posible el entendimiento ni la verdadera comunicación, sino únicamente el contagio afectivo". P. 53.
La primera parte de la cita está más que sujeta a discusión. Desde luego, no parece probable que los humanos reflejemos ninguna realidad. La hacemos en nuestras interacciones a través básicamente, sí, de conceptos generalizados. Por eso, en general, nos entendemos bastante bien. Pero la segunda debiera de producir un cierto escozor a quienes nos dedicamos más o menos en serio a las ciencias del alma (a la psicología, vaya). Desde hace lustros nuestra ciencia (con honradas excepciones como, por ejemplo, los mexicanos Pablo Fernández Christlieb o Adriana Gil Juárez) ha abandonado asuntos como las sensaciones afectivas, quedando estas en manos extrañas. Y así pasa lo que pasa.
Propongo, entonces, que sigamos trabajando desde el Construccionismo social en estos asuntos. Asuntos que tienen mucha relación con lo emocional y que sí trabajamos bien desde aquí (desde el CS), si se me permite decirlo.
¡Saludos!!!
* (1934/1995). Barcelona: Paidós.
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