Representación de uno de los ritos muiscas en la laguna de Guatavita, Colombia, que dieron origen a la leyenda de El Dorado. Foto: producción propia en la Catedral de Sal, Zipaquirá, Colombia. |
Derivando por el mundo virtual me(*) he encontrado en poco tiempo con dos afirmaciones que, no por repetitivas y falaces, dejan de llamar mi atención. Dicen algo así (más o menos) como que "la felicidad está dentro de uno". Y que "la libertad está en ti". Ya digo que más o menos...
En contra de mi costumbre, hoy me dirijo a la wikipedia y encuentro esto:
"La «individualidad» y lo «individual» es la noción abstracta de una identidad que se conoce como sujeto de sus predicados".
"Los individualistas promueven el ejercicio de los objetivos y los deseos propios y en tanto la independencia y la autosuficiencia mientras se oponen a la mayoría de las intervenciones externas sobre las opciones personales, sean estas sociales, estatales, o de cualquier otro tipo de grupo o institución".
Así, a bote pronto, las dos primeras afirmaciones no me resuenan. Más bien me suenan eso, a individualismo, egoísmo, aislamiento, invitación a centrarse en uno mismo olvidando su contextualización social... El sujeto es el actor de sus predicados y se opone a las intervenciones externas. No, no me suena muy bien este discurso. Estoy más a gusto con uno más colectivista...
Pero también pongo en práctica algunas de las cosas que aprendí recientemente en un curso con John Shotter: a estar siempre dando la vuelta a las cosas. Así, cuanto más evidente es algo (como también dirían Roland Barthes, Michael Foucault o Tomás Ibáñez), más hay que poner en duda su realidad como verdad. O sea que ante la evidencia falaz y generalizada de ese individualismo que nos rodea, puedo dar la vuelta al mismo y encuentro bastantes opciones diferentes. Una de ellas, y no sólo por contraposición simple, el colectivismo, ámbito en el que me encuentro más a gusto, repito.
Pero este dualismo no siempre ha sido -ni es- así. He querido ilustrar esta entrada con la foto de arriba porque -yo sé muy poco de esto, pero mi amiga la psicóloga colombiana Rosita Suárez y algunos pobladores originarios de la cordillera oriental de Colombia- me dan a intuir que el concepto de "individuo" no existe entre los muiscas. Todo es colectivo y el Cacique no es más que la personalización de esa colectividad, como el Faraón en los antiguos egipcios. Personalidades que encarnan, sí, la energía social de la comunidad. Y también, de acuerdo a diversas creencias míticas, el equilibrio entre el mal y el bien cosmológico. Creencias míticas que se convierten en ritos ancestrales como el que representa la fotografía y que dan sentido a la colectividad en sus prácticas cotidianas.
Habría para dialogar largo y tendido sobre todos estos asuntos, efectivamente. Pero, siguiendo mis aprendizajes, lo que ahora mismo me pregunto es: ¿Qué tiene lo colectivo que lo hace -para mí y otras/os pocas/os "mejor" que lo individual? Discúlpeseme proponer preguntas en términos estrictamente dualistas y opuestos. Pero no es más que una forma -entre muchas otras- de empezar...
(*) Antes de que nadie "me" riña, advierto que sí, que uso formas lingüísticas "indivuales" como esta. O como "mi", "digo", etc. No tendría absolutamente ningún problema en decir "nos", "nuestra" o decimos". Ningún problema...
Lo que se dice es lo que tiene valor. Lo que no se dice, no existe, no tiene valor.
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