Complot del futuro.
¿Por qué no han podido poner a funcionar el Gran Colisionador de Hadrones (LHC)? ¿Por qué canceló el gobierno de Estados Unidos un proyecto similar en 1993, aún cuando ya se había excavado un túnel de miles de millones de dólares?
Según Holger Nielsen, del Instituto Niels Bohr de Física Teórica, y Masao Ninomiya, del Instituto Yukawa de Física Teórica, la respuesta podría ser que el universo está tratando de impedir que se genere el bosón de Higgs. ¿Por qué? Pues...quién sabe...
En un artículo publicado en el depósito electrónico arXiv.org, Nielsen y Ninomiya alegan que el futuro podría estar ejeciendo influencia sobre el presente para impedir que opere el LHC. Añaden que si así fuera, entonces todo proyecto de construir una máquina capaz de generar bosones de Higgs debería verse obstaculizado por lo que parecería mala suerte.
La locura que proponen Nielsen y Ninomiya me recuerda un libro de Isaac Asimov que leí hace muchos años, titulado El fin de la eternidad. En esta novela, una asociación de viajeros del tiempo se encarga de recorrer los siglos efectuando pequeños ajustes previamente calculados (cambiar un objeto de lugar, comunicarle cierta información a un indivudo específico) para que el mundo funcione correctamente…y en concreto para que se cree la mismísima asociación de la que forman parte los ajustadores temporales.
O bien, la cosa podría verse así: imagínense que pueden retroceder en el tiempo y que un día andan paseando por el pasado, antes de haber nacido, y ven que a su padre lo va a atropellar un camión. Pero ustedes lo salvan. Luego, quizá tomándose un tequila para reponerse en compañía del joven al que le acaban de salvar la vida sin que él sepa quiénes son ustedes, se ponen a reflexionar sobre lo que hubiera pasado si no llegan a tiempo para salvar a su padre de la muerte antes de que haya tenido tiempo de ser padre. Así, quizá el univeso está tratando de salvarse de un acontecimiento potencialmente catastrófico. Bueeeh…
Lo más sensacional es que los investigadores proponen un experimento para averiguar si el futuro sí está afectando la operación del LHC –ya sea el funcionamiento físico del aparato, o las decisiones que se toman para ponerlo en marcha--. El experimento consiste en dejar al azar la decisión de seguir adelante con el proyecto. Se construye un mazo de naipes con muchos que digan “operar el LHC con toda libertad”, muchos menos que estipulen restricciones de la energía de las partículas u otras limitaciones del experimento, y una sola baraja (digamos, una en cinco millones de naipes) que diga “cerrar el LHC”. Si en el experimento ocurre el acontecimiento poco probable de que salga la última carta, será señal de que el futuro nos está enviando una especie de mensaje. Nielsen y Ninomiya señalan que también será señal de que están en lo cierto si sucede otro accidente insólito que impida que funcione el aparato. (Espero que no se les ocurra obligar a su profecía a cumplirse provocando ellos mismos el accidente…).
Aunque Nielsen y Ninomiya son científicos con credenciales impecables, no hay ninguna obligación de tomarse en serio lo que dicen. En la ciencia no son la autoridad ni los títulos los que pesan a la hora de aceptar las ideas de un individuo. Es la discusión: la idea sólo se aceptará si la comunidad de especialistas pertinente estima que esa idea ha superado ciertas pruebas muy exigentes. En tanto esa comunidad no esté convencida, las especulaciones de Nielsen y Ninomiya son meras opiniones, no resultados científicos válidos.
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