16 mayo 2009

Carlos Castilla del Pino; Psiquiatra

¡Hola!

Eran los oscuros y al mismo tiempo mágicos años setenta en este país que empezaba a salir de la oscuridad y a creer en que la magia era posible. Un loco adolescente (el mismo que ahora escribe estas letras; bueno, el mismo no, parecido; adolescente igual) recorría ansioso las librerías comprando de prestado libros de Filosofía, clásicos de la literatura, obras de Jung mezcladas con las de Hermann Hesse, manuales de meditación trascendental y panfletos políticos prohibidos por el franquismo.

Un día vió una cosa de esas tan extraña y atractiva (libro) cuyo título y portada le llamó la atención: "La incomunicación". Creo que lo editaba Alianza. Lo he buscado en mi biblioteca pero ahora no lo encuentro. Seguro que está. Seguro seguro. Y lo firmaba un tal Carlos Castilla del Pino, psiquiatra. Su ávida lectura me enseñó muchas de las pocas cosas que he aprendido en esta vida. Y me decidió a cambiar mis estudios de Filosofía por los de Psicología (la Psiquiatría me parecía un poco imposible; había que estudiar Medicina), que luego abandoné por motivos económicos y vitales, y reinicié -afortunadamente- unos pocos años más tarde.

Carlos se ha ido de esta vida. Pocas veces he vuelto a saber de él desde ese día de invierno en que compré -de prestado- su libro. Pero no puedo evitar una sensación extraña al saber que ya no está por aquí. La sensación de que ese libro me cambió la vida. Me enseñó a ver las cosas de otra manera; sobre todo las cosas relacionales humanas.

Os invito a leer alguno de los comentarios que hoy se publican en el periódico El País.

Gracias Carlos. Nos vemos.

Josep

P.E.: ¡Lo encontré! Encontré el libro. Comprado exactamente el día siete de enero de mil novecientos setenta y cinco. Mola esta manía mía de firmar y datar estos artilugios de papel, cartón e ideas. No está publicado por Alianza, sino por Ediciones Península. "...el problema de la comunicación se ha presentado como necesidad perentoria, en la medida en que se trata de una necesidad no satisfecha, o, cuando menos, no satisfecha a ciertos niveles de conciencia del modo de relación interpersonal" (pág. 12).

1 comentario:

  1. Leí el reportaje que señalas, me impactó la frase "La muerte es una impertinencia. Nadie tiene ganas de morirse".
    Acercarse a la muerte remite finalmente a la vida, para vivirla con más fuerza. Como los sueños que parecen morirse y, entonces, uno retoma y no deja morir, como tú al estudiar psicología.

    :D

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Calambur citado en Toulmin, Stephen (1990), Cosmópolis. Els transfondo de la modernidad. Barcelona: Península. Pág. 207.

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