04 marzo 2009
Apuntes sobre La Historia...
“Sincronía de las positividades, instantaneidad de las sustituciones, el tiempo es eludido, y con él la posibilidad de una descripción histórica desaparece.” (Foucault, 1969, pág. 279)
Quiero decir, ¿es posible una ontología de la Historia? ¿Una epistemología? ¿O es cuestión de hermenéutica metodológica?
Intuyo ahora que la Historia no existe; existen historias. Hoy me parece poco posible epistemológicamente, pero tampoco metodológicamente, construir una narración creíble del llamado tiempo largo (Braudel, 1968), aunque sea este el discurso dominante en la amplitud de las ciencias sociales, considerando la Historia como una más. Es el episodio lo que da pistas sobre el devenir del tiempo, de ese tiempo eludido a que hace referencia Michel Foucault en la cita reproducida. Es la aparente simpleza de la vida cotidiana, de la Folk Psychology, la que da consistencia a eso que llamamos Historia.
¿Es real; hay una razón ontológica en esta ciencia social? La cuestión, probablemente, y siguiendo a Duby (1988) tenga más que ver con la credibilidad que con la realidad. No es aceptable mantener cualquier tipo de discurso sobre la Historia, tampoco sobre la historia, tampoco histórico. En algún sentido, seguramente y sobre todo en el metodológico más que en ningún otro, es preciso construir las narraciones sobre bases sólidas, es decir, descubiertas –puestas al descubierto- y discutidas en el seno de lo académico, de lo mínimamente racional y lógico. No hay verdades absolutas. Pero menos mentiras relativas. Y la historia (minúsculas intencionadas) se nos expone como una disciplina enormemente relativa, dotada de un relativismo extremo; relativismo -y extremismo- que muestra en toda su crueldad el ex catedrático de la UAB Tomás Ibañez en sus últimas obras, apelando al mismo como una especie de fruta prohibida (2005).
La Historia está en los libros, en las academias; están en los museos. Está en laboratorios artificiales donde todo parecido con la realidad es bastante casual. La Verdad es la que se ha manipulado en largos procesos hermenéuticos hasta llegar a los laboratorios literarios, académicos y museísticos. Entonces no es realidad; es un poco menos mentira que la Mentira. Y eso ya es mucho.
Josep
Referencias.-
Braudel, Fernand (1968). La Historia y las Ciencias Sociales. Madrid: Alianza.
Duby, Georges (1988). Diálogo sobre la Historia. Conversaciones con Guy Lardreau. Madrid: Alianza.
Foucault, Michel (1969/2002). La arqueología del saber. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
Ibañez, Tomás (2005). Contra la dominación. Variaciones sobre la salvaje exigencia de libertad que brota del relativismo y de las consonancias entre Castoriadis, Foucault, Rorty y Serres. Barcelona: Gedisa.
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Completamente de acuerdo querido amigo. Lo cual no significa que por eso muchos no encontramos la necesidad de contar con una historia. No digo que sea algo absoluto e incuestionable, pero sin serlo, empleamos la historia (en su sentido narrativo) para construir nuestras identidades. Y creo que esa es la maravilla de la cuestión: un pasado incierto significa un gran potencial para ser en el presente.
ResponderEliminar... y para ser en el futuro, estimado Gerardo. De ahí lo maravilloso de la cuestión: el humilde relativismo del potencial de la credibilidad del episodio frente a la verdad absoluta de la Historia...
ResponderEliminar;-)
Josep
...transfomándose en el potencial de credibilidad de una historia, entre otras posibles, frente a la, digamos, verdad del episodio vivido. Esa sería la idea, ¿cierto? :)
ResponderEliminarCreo que nos entendemos...
ResponderEliminar;-)
Josep