Blade Runner: Hacia el fin de la seducción (II; III)
Blade Runner: Hacia el fin de la seducción (IV; V)
6.- Rachael.- "I'm not in the business. I am the business."
El idioma inglés es fantástico -menos que el español o el catalán, pero fantástico- psicológicamente -discursivamente- hablando. I am = yo estoy; I am = yo soy.
Cuando (re)visioné digitalmente a Rachael hace unos días, casi me enamoro de ella. ¿Cómo serán sus besos? No es "humana, demasiado humana" (Nietzsche). Es "More human than human" (Tyrell Corporation). "Commerce is our goal here at Tyrell". Pero Rachael no es objetivo de comercio, no está (I'm not) en el negocio. Ella es (I am) el negocio. Un negocio de la cultura máquina fuertemente implantado en la culturalidad popular (Gordo López, 2003).
No creíbles, pero suenan dulces las palabras en sus labios: "I want you (te deseo)". ¿Llega Deck a saborear sus besos, su sexo? Se intuye. Pero no hay emoción. De vuelta a mi particular -aunque tomado de Baudrillard- evangelio de la sentimentalidad, no hay seducción. Rachael es el business posthumano y postracional. Es ese cyborg descrito por Haraway (1991), narrativo, máquina, cuerpo, comunicación y evocación. Todo en Rachael es (másque)humano. Sus pupilas y sus lágrimas, su supervivencia en
Rachael -y sus sistemas cognitivos- no son símiles computacionales. Son implantes de evocaciones sentimentales populares. No ama; responde a "input/output". Se conduce como la máquina de Turing, pero ¡¡¡con unos ojos!!!
¿Amamos nosotros? ¿Ama la sabiduría popular?
¿Creemos nosotros? ¿Soñamos nosotros? (el título de la novela de Philip K. Dick, 1968, en que está basada "Blade Runner" es "Do androids dream of electric sheep?") ¿Soñamos con ovejas eléctricas?
Sí. Definitivamente sí. Y no lo digo sólo yo, que también. Lo dice Beck y lo dice Haraway. Somos cyborgs. Todos somos replicantes. Todavía del modelo NEXUS 1. El NEXUS 6 no llegará hasta el año 19 (a la vuelta de la esquina del elemento tiempo). Hace lustros que formamos parte de un proyecto a largo plazo (¡mira por dónde!). Y no son sólo los marcapasos y otro tipo de implantes mecánicos y maquinistas los que fundamentan mi afirmación. Tampoco los avances en la integración átomos/bits a nivel biomolecular.
Beck muestra que las medicinas que consumimos son máquinas. ¿Dolor de cabeza? Máquina aspirina. ¿Epidemia de gripe? Máquina de guerra vacunación viral. ¿Depresión? Máquina Prozac. ¿Impotencia? Máquina Viagra. ¿Ansiedad? Máquina Valium. ¿Trastornos psicopatológicos? Máquina DSM-IV: máquina terapia à construcción dialógica basada en la más potente tecnología jamás inventada -fabricada- por los humanos, el lenguaje...¿Seguimos?...
Haraway, en un excelente capítulo -del que sólo el título ya evoca inquietud, "La biopolítica de los cuerpos postmodernos: constituciones del yo en el discurso del sistema inmunitario"- de su magnífico libro referenciado al final, trabaja en profunda crítica a la ciencia positivista en el entorno socialmente construido de la máquina de muerte SIDA.
¿Folk Psychology? ¿Culturalidad popular? ¡A por ello!
¿Soñamos con ovejas eléctricas?
Rachael: un beso.
JosepContinua en Blade Runner: Hacia el fin de la seducción (y VII)
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